Ya no hay ilusión. No siento emoción. Se ha marchado el amor. Bien lejos, para no volver. Ojalá pudiera hacer algo para devolverlo a mi ser, pero mucho me temo que eso no ocurrirá ya. Ni la más mínima chispa, ni el más mínimo interés. Estoy rota, desganada. Tanto tiempo deseando amar en menos intensidad, con menos obsesión, más sanamente... Y ahora me doy cuenta de que mejor que no amar, es todo, incluso aquella especie de enfermedad que me inundaba la mente de celos y las noches de deseos imposibles.
Ahora ya sé que si, por generosidad del destino, vuelvo a encontrarme con un sentimiento tan precioso como del que disfrutaba hace un tiempo, he de mantenerlo a toda costa; aunque me duela cómo la más profunda puñalada. Lección aprendida.
jueves, 27 de octubre de 2011
The candle that will not glow anymore.
Palabras clave
amor,
angustia,
desahogo,
fin,
impotencia,
insomnio,
pasado,
sentimientos,
vacío
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario